La accesibilidad es una de las consideraciones más importantes en la arquitectura, ya que garantiza que el entorno construido satisfaga a personas de todas las capacidades. Sin embargo, las concepciones populares sobre la discapacidad y la accesibilidad siguen siendo limitadas y, habitualmente, solo abarcan a las personas con discapacidad física, como los usuarios de sillas de ruedas. Especialmente entre los diseñadores y arquitectos, es común visualizar la accesibilidad como la adición de rampas, pasillos anchos y ascensores. Sin embargo, la discapacidad puede adoptar muchas formas diferentes, algunas menos visibles que otras; en consecuencia, la accesibilidad en la arquitectura significa mucho más que acomodar únicamente a usuarios de sillas de ruedas. Para las personas con discapacidad visual, la incorporación de elementos táctiles específicos en la arquitectura y el diseño urbano puede mejorar enormemente la navegabilidad de un espacio desconodio. En este artículo hablamos de las baldosas podotáctiles en específico, incluyendo sus diferentes formas, su historia y su implementación.
En 1965, el ingeniero e inventor japonés Seiichi Miyake desarrolló por primera vez las baldosas podotáctiles para ayudar a un amigo que estaba empezando a experimentar problemas visuales. Dos años después de su invención, la ciudad de Okayama, en el oeste de Japón, se convirtió en la primera ciudad en instalar pavimentos táctiles alrededor de la ciudad. Diez años después, fue ampliamente adoptado por el Ferrocarril Nacional de Japón y, en 1985, se convirtió en un requisito en las ciudades de todo el país. Pronto, se extendió más allá de las fronteras de Japón; hoy en día, las baldosas podotáctiles son omnipresentes no solo en los países asiáticos, sino también en Australia, Reino Unido, Estados Unidos, y la mayoría de los países del mundo.
Existe una amplia variedad de pavimentos táctiles, con diferentes colores, formas y significados. Por lo general, las baldosas podotáctiles se pintan de colores brillantes para hacerlas más visibles para los peatones con discapacidad visual; la ley en Estados Unidos (Americans with Disabilities Act), por ejemplo, obliga a que el contraste entre el color de las baldosas y el pavimento circundante sea al menos del 70%. Muchos países usan un color amarillo brillante para este propósito. Las extrusiones del pavimento también siguen un código específico. En el Reino Unido, las baldosas con puntos extruidos en líneas paralelas indican una transición desde la vereda a la calle. De manera similar, las baldosas con puntos extruidos en lineas alternadas, advierten a las personas del borde de una plataforma de ferrocarril.
Otra tipología de pavimento táctil es la baldosa de advertencia con líneas extruidas en paralelo. En el Reino Unido, estas baldosas advierten de peligros específicos como escalones, rampas o plataformas. Otras, especialmente las direccionales o de orientación, guían el movimiento de los usuarios en lugar de advertirles de peligros. Estas baldosas utilizan líneas extrudidas paralelas en la dirección en la que las personas deben caminar, ayudándolas a esquivar obstáculos como mobiliario urbano o vegetación. Dependiendo del país y sus normativas, generalmente también existe una altura mínima para las extrusiones de las baldosas.
Estas baldosas pueden estar hechas de materiales diferentes y se aplican simultáneamente de distintas formas. Un material común para pavimentos táctiles es el caucho, que puede instalarse rápidamente con un sellado hermético al pavimento existente. Otras baldosas pueden estar hechas de acero inoxidable, adhiriéndose al concreto con pegamentos epoxi.
Estas superficies táctiles son absolutamente esenciales para la arquitectura y el diseño urbano, permitiendo a las personas con discapacidad visual moverse más fácilmente a través del entorno construido, ya que la discapacidad no está en la persona, sino en las barreras del espacio físico. Para incorporarlos de la manera más eficaz, los arquitectos deben consultar activamente las pautas de accesibilidad de su propio país o localidad. Siguiendo estas guías básicas, es incluso posible hacer que estos productos funcionales se conviertan en un valor agregado para el diseño arquitectónico, creando proyectos inclusivos que, desde sus detalles, mejoran la vida de todos sus ocupantes.
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